Comunidad simbiótica mutualista: donde ambos organismos sacamos provecho de la vida en común, encontrando un modo de supervivencia entre la hostilidad. El gobio presta sus ojos; la gamba cava un túnel, un espacio de resguardo en el suelo abisal.

La evolución no es depredación. Somos parte de una estructura que se sostiene gracias al otro.

Lo que se ve está lleno de cosas invisibles. Lo invisible busca materializarse de una u otra manera. Queremos delinear ese nexo maleable, acuático, casi informe, que abra dimensiones alternativas; inesperados ojos y cuevas.

5.22.2009

Testigos

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El tiempo transcurre ajeno, resistiéndose a las mediciones, en la vida de los objetos. Se estira mientras ellos padecen esa calma que los oprime y los condensa.

Nos sentimos observados, juzgados por su sola presencia irremediable –por todos lados, con esos ojos invisibles, con esas vocecitas inaudibles que rumoran sobre nuestra intimidad-: como si estuvieran atentos, rodeándonos en una emboscada, y nos acusaran de algo que no sabemos bien qué es pero que nos avergüenza, así como el culpable se siente condenado de antemano.

Quién sabe si realmente nos conocen, o si acaso, siquiera, reparan en nosotros; ocupados en sus menesteres, sus mensajes que nunca entenderemos, codificados entre la permanencia y el polvo; ocupados en sus ciclos reproductivos -bien hemos notado todos, alguna vez, que tienen la propiedad de reproducirse-.

Acaso esperan a que hagamos algo y no pueden sino aguantarse hasta que adivinemos qué es. Esperan en su felicidad o infelicidad: si es que los libros, las revistas apiladas, las fotografías que ahora aparecen opacas, si es que las sillas arrinconadas, las cestas viejas y el resto de cosas inservibles, si es que los terroríficos ceniceros son felices o infelices: si es que esa existencia orgánica puede definirse en tales términos. (Después de todo, sufrimiento y felicidad son palabras que inventamos nosotros, para definir algo de lo que apenas tenemos una pista, y remendamos la cuita de esa incertidumbre con más y más invenciones).

La madera cruje, estirándose y contrayéndose, los objetos se movilizan inexplicablemente cuando no los vemos. Casi siempre los ignoramos, pasamos frente a ellos como si no existieran; pero, a medida que respiramos cerca y les permitimos ser nuestros testigos, nos vamos quedando, poco a poco, adheridos a ellos.


(6-2009)

5.19.2009

Humus


Estación de manzanas podridas
corazones poblados de gusanos
terciopelo en las semillas

Estación violenta de caídas
de partirse el cráneo mustio
contra el pasto
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(11-2008)